martes, 20 de julio de 2010

adicta


Como una doncella perdida, una virgen drogadicta. Una niña con los ojos enviciados. Una mujer gastada de tanto caminar por esta vida.

Caminas por mi sala con total desinhibición, habiéndome lastimado el alma una vez más.

Maldita esa noche que me digne a invitarte a mi casa. Maldito el momento en que me desnudaste sin pudor.

Deseo que te vayas de mi vida para siempre, pero soy esa presa fácil a la que siempre buscas para llenarte de calma.

Necesitas mi calma tanto como yo tu violencia, tu sadismo. Pero ya es tarde. No continuare con esto. No permitiré que vuelvas a herirme. Soy tan vulnerable a tus movidas que ni despedirme podría.

Quiero reventar esta historia contra el suelo, quiero que te vallas de mi vida para siempre, quiero que te vallas, una y mil veces.

Pero me despierto a los gritos, cuando no te siento a mi lado.

Cuando me llamas voy sin duda alguna, a la hora y en el lugar que digas estoy sin pensarlo.

Me quito de encima esta tranquilidad envenenada y nuevamente te necesito lejos. Pero la historia se repite cronicamente.

Besos, pasión, lujuria, ardor, frenesí, calma. Esa calma que me lastima y que te hace tan bien.

Llevate con tigo esta paz, no la pretendo para mí, ya no.

Déjame deshacerme por última vez entre tus piernas y vete por donde viniste. Nos veremos otra vez.

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